Tras un tercio de siglo de trabajo en órbita, el legendario telescopio Hubble se ha vuelto muy obsoleto, tanto moral como físicamente. Y ya cuenta con sucesores más avanzados: el mismo aparato de James Webb. Por ello, los astrónomos han estado utilizando recientemente este «viejo» no para nuevos descubrimientos, sino para revisar antiguos logros. En concreto, se le ha encomendado la tarea de refotografiar objetos grandiosos en las profundidades del universo visible.
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La lógica es que, desde el diseño del Hubble, las tecnologías de la información, y en especial su segmento de inteligencia artificial, han avanzado enormemente. Hoy en día, es posible procesar imágenes a un nivel fundamentalmente nuevo, con el estudio de detalles que no estaban disponibles en décadas pasadas. Por lo tanto, incluso un telescopio antiguo puede ser de gran utilidad, que es precisamente lo que usan los astrónomos.