Las empresas responsables del transporte fueron Mammoet y Veidekke, además de la minera sueca LKAB, que necesitaba ampliar la zona de la mina, lo cual representaba una amenaza para los edificios. Por ello, la iglesia se elevó a una altura de 1,3 m y se colocó sobre transportadores modulares autopropulsados. Estos se desplazaron a una velocidad de tan solo 0,5 km/h, por lo que numerosos espectadores, incluido el rey de Suecia, pudieron presenciar el traslado.
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Además de la iglesia, se trasladarán otros 23 edificios públicos; en esencia, se trata de la remodelación del casco histórico de Kiruna. Por eso la preparación tardó tanto: los arquitectos diseñaron el nuevo centro urbano teniendo en cuenta las necesidades actuales y las nuevas realidades.